En esta calle nada sucede
Ni un loco de remate nos amenaza con su pistola imaginaria
Ni su grito rompe con el silencio infinito y aterrador
Pues es difícil cambiar la escenografía de lo inmoral.
Las prostitutas se abren paso
Entre uno y que otro taxi y auto
Hombres aberrantes, presos en la angustia de sus vidas
Sin la sensación de lo desconocido, paran e invitan
Apuestan a una aventura pasajera, a una mentira fácil.
En esta calle nada sucede
Ni el perro callejero con su caminar sencillo
Quiebra la armonía de un paisaje sin vida
Ni los arboles son testigos privilegiados de la vida en las sombras.
Un niño se pega una volada de tolueno
Y cree que ha llegado al nirvana, todo le parece más dulce
Su juventud, así como el olvido, no le ha dado la espalda
Es el rey de reyes, el amo y señor de un mundo que duerme.
En esta calle, siendo las tres de la madrugada, nada sucede
Ni el viejo que guarda como un tesoro el vomito ajeno
Enternece la hostilidad de la calle, más bien llora en su soledad
Como un niño de pecho
Ni la necesidad de escribir como un acto de redención
De liberar a la noche que se hace temible por su propia existencia
Y que se convierte en la pasarela de lo olvidado
En la vitrina en que se muestran monstruos terribles.
En el lado B del discurso oficial.